Tenemos el privilegio de compartir contigo otra historia vulnerable: E habla de uno de los momentos más bajos de su vida, una situación a la que no pensaba sobrevivir. Todos nos hemos enfrentado a esos momentos en los que nuestras elecciones o las elecciones de los demás nos alcanzan, y nos damos cuenta de que nuestras vidas no están siendo como pretendíamos o esperábamos. Cuando se enfrentó a la tentación de rendirse, E descubrió que tenía más recursos dentro y fuera de sí misma de lo que esperaba. Y cuando mira atrás, puede ver la belleza que surgió de un lugar oscuro:
Me diagnosticaron anorexia nerviosa cuando estaba en 7º curso. Este trastorno alimentario no es infrecuente entre las adolescentes. Empecé poco a poco -haciendo más ejercicio, suprimiendo los panes-, pero con el tiempo, el ejercicio se hizo más largo e intenso, y apenas comía 1000 calorías al día.

¿Sabías que para sobrevivir tumbado en la cama sin hacer nada tu cuerpo necesita un mínimo de 1500 calorías al día?
Teniendo en cuenta este hecho, mi cuerpo estaba quemando todo lo que tenía que perder a un ritmo alarmante. Mis padres por fin se dieron cuenta y me enviaron al Hospital Infantil de Denver; había bajado a un mínimo histórico de 79 libras. Pasé tres semanas en lo que entonces me pareció el lugar más horrible de la tierra. Me atiborraban con unas 4.000 calorías al día, y engordé 20 libras en las tres semanas que estuve allí.
Cuando llegué a casa, empezaron las verdaderas luchas. Tuve que almorzar en la enfermería en vez de en la cafetería con los demás. Era una figura de palo, a la deriva por la vida sin chispa en los ojos. Escondía la comida, intentaba volverme bulímica, cualquier cosa para evitar el inevitable aumento de peso que necesitaba para estar más sana. Recuerdo que lloraba en el suelo de mi habitación después de una comida copiosa y pensaba que quería acabar con mi vida porque me sentía desgraciada.
Eso fue hace 5 años. Para ser sincera, no estoy segura de cómo superé esos años de lucha, pero estoy segura de que me alegro de haber encontrado la fuerza para hacerlo. Ahora voy a la universidad a practicar el deporte que me gusta, y si no hubiera luchado para recuperarme de mi trastorno alimentario no estaría disfrutando de las oportunidades que tengo ahora. Básicamente estoy completamente recuperada, pero una vez que pasas por un trastorno alimentario siempre habrá esa vocecita en el fondo de tu cabeza que se te queda grabada. Así es como sé que soy más fuerte gracias a esa experiencia: siempre que esa voz me dice : «No comas. Engordarás y nadie te querrá», puedo defenderme y callarla. Estoy ganando.
Esto es lo que sé Me quieren. Dios me ha creado de forma maravillosa y temerosa. Y tú también lo eres. Nunca tengas miedo de pedir ayuda; siempre que me siento débil rezo o le pido a mi madre que hable. Encontrarás a gente que estará ahí para ti, y descubrirás que eres más fuerte de lo que crees. Sinceramente, si pudiera volver atrás en el tiempo y tener la oportunidad de rehacer cualquier experiencia vital, no estoy segura de que cambiaría nada. Soy quien soy hoy gracias a lo que he vivido. Las experiencias de la vida te cambian, y eso no es malo. Es cierto que todo ocurre por una razón. Acepta la vida que te han dado; vive, ríe y ama al máximo.
¿Te enfrentas a una circunstancia difícil? Encuentra a alguien seguro con quien hablar. Estamos aquí si necesitas encontrar un lugar seguro con respuestas directas y personas que se preocupan.